“Conocer lo que es justo y no practicarlo es una cobardía” Analectas, Confucio.
En China, en la época de los estados guerreros (403-221 a.C) aparecieron numerosos pensadores, “las cien escuelas”, que tuvieron muchísima influencia en su momento. Confucio (551-479 a.C) y su discípulo más importante Mencio (372-289 a.C) pertenecieron a este grupo y en su pensamiento se encuentran los fundamentos de la filosofía china, cimiento de toda una estructura social y cultural que ha perdurado en los siglos. Pero no fue hasta la dinastía Han (206 a.C- 220 d.C) que el pensamiento de Confucio es adoptado como esencia fundamental de la vida cultural, política y social del país.
Si hay algo que caracteriza a la historia de China es la existencia de las dinastías, que se sucedieron a lo largo de los siglos al mando del Emperador, Hijo del Cielo, que tenía el Mandato Divino y que decidía sobre la vida y la muerte de todos sus súbditos. La casa Zhou (771-256 a.C) comenzó a ver que su poder disminuía a causa de la aparición de estados familiares que se fueron convirtiendo en verdaderos feudos amurallados y que no pretendían hacer caso del poder central. En el período llamado Primavera- Otoño (722-481 a.C) existían alrededor de 170 de estos estados que luchaban con violencia entre sí para hacerse del poder total. En la era de los estados guerreros subsistían siete de estos estados. Curiosamente estos estados guerreros fueron los (403-221 a.C) que propiciaron la aparición de pensadores y filósofos para que aconsejaran y ayudaran a encontrar un camino para volver a la unificación del país y a la paz entre sus habitantes.
Así, alentados por este clima propicio, aparecieron numerosos pensadores, “las cien escuelas”, que tuvieron muchísima influencia en su momento. Confucio (551-479 a.C) y su discípulo más importante Mencio (372-289 a.C) pertenecieron a este grupo y en su pensamiento se encuentran los fundamentos de la filosofía china, cimiento de toda una estructura social y cultural que ha perdurado en los siglos. Pero no fue hasta la dinastía Han (206 a.C- 220 d.C) que el pensamiento de Confucio es adoptado como esencia fundamental de la vida cultural, política y social del país. Si pudiéramos decirlo así, la época de las “cien escuelas” fue una época de oro del pensamiento en el mundo. Contemporáneos de Confucio fueron Buda en la India, Platón y Aristóteles en Grecia.
El sueño de unificación de China se hizo realidad cuando los ejércitos del estado guerrero Qin vencieron a los otros estados en el 221 a.C y el rey Qin se otorgó a sí mismo el título de Primer Emperador. En el año 210 a.C muere y su imperio se desintegra rápidamente. Es así que en el año 206 a.C comienza la dinastía Han y se instala definitivamente el pensamiento de Confucio. Hacia el siglo II a.C el confucionismo se había convertido en el sistema del Estado Chino. Las enseñanzas orales de Confucio se conservaban en las Analectas y éstas junto a los cinco clásicos servían de base para la política gubernativa: Kung-Fu Tsé o Confucio es el personaje que más ha influido en la vida china y que sigue influyendo aún. Su obra más importante es Lun-Yu, Analecta o Conversaciones filosóficas que se divide en dos libros: el Chang- Lun y el Hia-Lun. Estos libros son una colección de sentencias y proverbios que contienen cuanto de importante enseñó o hizo Kung-Fu Tsé, que en estos libros es llamado Tsé, palabra china que significa maestro o por filósofo.
Se cree que en esa época aparecieron los cinco clásicos confucianos: el Libro de los Cambios, el Libro de Historia, el Libro de Odas, el Libro de Ritos y los Anales de Primavera y Otoño. En realidad en la mayoría de ellos, Confucio se limitó a recopilar todas las enseñanzas y pensamientos de los antiguos pensadores y sabios de la China. Es interesante conocer que Confucio basó sus enseñanzas en el fomento de la moralidad, el orden, el estudio, la tradición y la armonía entre los seres humanos y la sociedad. Tradicionalmente la doctrina confuciana tiene tres puntos fuertes institucionales: El Estado, la Escuela y la Familia.
El confucionismo tenía una gran importancia para el Estado, pues de hecho, las dinastías chinas debían mucho de su estabilidad y continuidad burocrática al saber confuciano, en comparación con la inestabilidad relativa de otros regímenes dinásticos existentes en esas épocas como por ejemplo los de la India. El confucionismo dependía menos del Estado para su supervivencia que éste de aquél, dice Fairbank en su libro China, la verdadera Historia porque aunque se sintiera afectado por el encumbramiento y caída de las dinastías, el confucionismo, encontró la manera de sobrevivir. Además, y eso era quizás su fortaleza, el confucionismo siempre fue independiente de la dinastía de turno y no le interesaba quedarse con el poder. Así jamás organizaron un partido político ni llevaron a cabo una revolución, ni se hicieron con el poder. Esto no sería del todo nuevo para los confucianos y aún menos para el mismo Confucio y los que supieron comprenderle. A los ojos de Confucio no es necesario un cargo público para prestar un servicio o cumplir con la propia responsabilidad social.
Y en cuanto a la enseñanza la escuela Confucio quiso educar a una elíte para convertirla en un conjunto de hombres superiores que pudieran aconsejar al gobernante y que fueran respetados por el pueblo. En relación a este tema Theodore de Bary en su libro Civilizaciones del Este Asiático lo explica muy claramente: “En la época moderna aún cuando los sistemas establecidos de cultura confuciana superior padecieron la destrucción de las élites políticas y sociales tradicionales, el respeto por el saber que había inculcado el despliegue de la educación neoconfuciana siguió siendo un estímulo poderoso para adquirir nuevos conocimientos. Aún con el cambio brusco que experimentó el contenido de la enseñanza, este amor profundamente asentado por el saber que tenían los pueblos durante largo tiempo por los valores confucianos, demostró ser una fuente de energía y adaptabilidad continuas, de tal modo que, en la misma China, llegó a contrarrestar el asalto total que la Revolución Cultural lanzó sobre la enseñanza”.
En cuanto a la familia, Confucio enseñó una ética que colocaba a la familia como centro de la vida política, social y cultural. La familia estaba perfectamente estructurada y las relaciones entre ellos claramente definidas en base a la autoridad y la jerarquía y así se establecían los cinco valores fundamentales que estaban perfectamente estructurados: las relaciones que deben existir entre el príncipe y sus súbditos, entre el padre y sus hijos, entre el marido y la esposa, entre los hermanos mayores y los hermanos menores y entre los amigos entre sí.
La Familia China.
La familia ha sido siempre en China la base de la estructura social. La doctrina de Confucio veía a la sociedad como un gran conjunto de familias que vivían bajo el mandato del Emperador. Es decir que el núcleo de la sociedad era la familia y no el individuo. Y aún antes de Confucio la base familiar ya estaba bastante definida en la cultura china. El individuo al nacer ya tenía establecido cuál era su rol dentro de la familia, cuál era la meta a cumplir y que se esperaba de su conducta. Esta noción perduró a través de los siglos pues era esta institución la que daba estabilidad a la sociedad, al Estado y al individuo. Y de esta manera se lograba la armonía entre los hombres, y entre éstos, la sociedad y el universo, bien supremo al que aspiraba la doctrina confuciana.
Ya dijimos que Confucio definía cinco relaciones entre los seres humanos: entre príncipe y ministros, padre e hijos, esposo y esposa, hermano mayor y hermano menor y por último entre amigos. No es casualidad que de estas cinco relaciones fundamentales, tres se refieran a la familia que era vista como un núcleo con jerarquías, protocolo y métodos de gobierno tal como lo era el Estado. El aprendizaje del hombre superior que propiciaba Confucio se iniciaba en la familia.
Uno de los conceptos más importantes en cuanto al orden familiar y las obligaciones de sus miembros, era la obligación filial que servían a futuro para ser respetuosos y obedientes con las autoridades. El padre dentro del grupo familiar era el jefe indiscutido, la autoridad máxima contra la que las mujeres y los hijos no se atrevían a rebelarse. Si llegaba a pasar esto, el padre tenía todas las atribuciones para castigar a los que osaban transgredir estos códigos de honor. Atribución por lo demás que tenía el Emperador sobre todos los hombres y mujeres de su Imperio.
En cuanto a la situación de la mujer, es evidente que ocupaba los rangos inferiores dentro de esta estructura firmemente jerarquizada. La principal función de la mujer era tener hijos. No tenía derecho a educación formal excepto las que les transmitía la madre sobre el cuidado del hogar y como ser una perfecta esposa. El sistema de parentesco se transmitía a través de la familia del padre. Las hijas al casarse abandonaban la familia, desaparecían para siempre y pasaban a integrar la familia del marido e incluso tenían la obligación de venerar sus antepasados. Si la mujer no tenía hijos o aún peor si no tenía hijo varón, la suegra podía buscar otras esposas o concubinas para su hijo. El tener una hija mujer era visto como una desgracia que solo traía gastos a la familia y que llegada a una edad no iba a pertenecer más a ella. Toda esta tradición cultural referente a las mujeres se prestó para abusos como el infanticidio. Además en la dinastía Tang comenzó el mas cruel de todos los rituales que causó innumerables muertes en las niñas entre los seis y siete años: el vendado de los pies que continuaría vigente hasta bien entrado el siglo XX. El suicidio de las mujeres viudas era considerado un acto muy honorable y las mujeres que lo hacían merecían ser recordadas con respeto.
La Familia china actual:
Así dentro de estas estructuras se mantuvo la institución familiar a lo largo de la historia hasta que en el siglo XX, para ser más exactos a partir de 1911, con la caída de las dinastías, China comenzó a experimentar cambios bruscos y transformaciones profundas en lo económico, político y social.
Se producen guerras internas, hay invasiones extranjeras, las ciudades comienzan a crecer, el sistema agrario empieza a cambiar y esto obliga a buscar formas de vivir adaptadas a los tiempos. La familia como era concebida, unida y jerarquizada empieza a perder terreno. El final de las visiones confucianas del mundo y de la sociedad es propiciado por las nuevas formas de gobierno y se agudizan en la época del comunismo y en especial en la Revolución Cultural de Mao. Todo lo viejo, todo lo antiguo debe ser borrado. La crisis es profunda porque destruye lo más esencial del alma nacional china, sin la familia todo se tambalea, todo está a punto de caer. Como veremos, luego de la Revolución Cultural que trató de borrar la identidad cultural y milenaria del pueblo, hay una vuelta atrás y las autoridades comienzan a ser más flexibles.
A partir del año 1979 una medida drástica del gobierno golpea otra vez a la familia: a raíz del aumento explosivo de la población se determina la política dura e inflexible del “hijo único”. Han pasado más de treinta años desde ese momento y hoy comienzan ya a sentirse los efectos que esta ley ha provocado en la estructura familiar y las interrogantes de lo que pasará en el futuro solo provocan temor e incertidumbre. Al implementar la política de un solo hijo por familia, el gobierno chino ha hecho que muchos padres prefieran tener un hijo varón, que los sostendrá a ellos en su vejez y no una hija que se casará y deberá permanecer con la familia del esposo.
Consecuencia de esto es la cantidad de abortos de hijas mujeres. Es tan fuerte el problema que el gobierno ha restringido el acceso a las ecografías para no saber anticipadamente el sexo del hijo y provocar abortos. En resumen el resultado de la política del hijo único es que faltan en la China unos 30 millones de mujeres aptas para el matrimonio. Además está el problema del envejecimiento de la población.
Hay diversos reportajes y estudios que tratan este problema y la mayoría de los hijos únicos expresa su deseo de haber tenido un hermano para “tener con quién compartir las alegrías y las tristezas” El sentimiento de soledad que ellos tuvieron hace que la mayoría de estos hijos únicos quiera tener dos hijos. Hasta el momento el Estado había dejado la decisión del segundo hijo a los gobiernos locales de las provincias, pero consciente de los problemas que ha acarreado a nivel nacional la política del hijo único, ha flexibilizado su posición y ha anunciado que se permite tener un segundo hijo. Si la familia tiene dos hijos, la carga de mantener a los padres será menos pesada.
Además de todos los problemas que acarrea esta política de planificación familiar se suma la presión que sufre el hijo único de parte de los padres para que estudie, sea un alumno exitoso y logre entrar a las universidades más prestigiadas del país. El vicepresidente del Centro de Investigación sobre Jóvenes y Adolescentes de China, (CIJA) dice:”Esto es una tarea casi imposible de cumplir teniendo en cuenta que siempre hay 50 estudiantes por clase. Es una expectativa irreal que hace que muchos niños pierdan la confianza en ellos mismos y crean que son unos fracasados cuando apenas han cumplido los 14 años”.
¿Tiene validez el pensamiento confuciano en la China de hoy?:
El pensamiento de Confucio, después de haber sido marginado de la sociedad china por el partido comunista y el maoísmo y acusado de ser responsable del atraso económico, de la desigualdad social y de ser baluarte del sistema feudal, ha vuelto en todo su esplendor. La Revolución Cultural de Mao destruyó y atacó las bases del pensamiento tradicional chino, budismo, taoísmo y sobre todo la doctrina de Confucio, pero después de la muerte del líder comunista, los nuevos dirigentes volvieron a buscar los viejos valores y encuentran en sus ideales culturales una respuesta para el tipo de sociedad a la que aspiran lograr. En un país que crece aceleradamente y la fiebre por el dinero arrasa con todos sus habitantes, los líderes del partido han encontrado en los ideales de Confucio un camino para no caer en un capitalismo salvaje. Hay que volver, dicen, a la moral tradicional, a la unidad familiar, a la lealtad, en resumen a los valores que un día ellos mismos trataron de borrar. Para algunos el pensamiento confuciano vuelve a ser útil al gobierno y es la última esperanza del partido comunista. Lo cierto es que sus gobernantes, los jerarcas del partido y los medios de comunicación chinos honran públicamente a Confucio. Muchos piensan que el pensamiento de este legendario filósofo tiene un gran papel a jugar no solo en la parte ético-moral sino también en el desarrollo económico del país. Dice Anne Chang, sinóloga y autora de “Historiadel Pensamiento Chino”: “La Revolución Cultural había arrasado sus tradiciones. Entonces empezó a hacer mella el discurso ideológico sobre los valores asiáticos, identificados con el confucionismo, que sirvió para explicar el milagro económico. Incluso comunistas serios se adhirieron a esta tesis: este súbito desarrollo que parecía surgir de la nada se debía a la cultura confuciana (valoración del trabajo, de la educación, de la solidaridad familiar…) En un giro completo, el confucionismo pasó de ser considerado-por chinos y occidentales como Max Weber- como freno para el desarrollo económico a convertirse en factor de un desarrollo específicamente chino y del mundo sinizado. China continental encuentra en él una explicación ideológica que convienen a los dirigentes autoritarios de Pekín: sí la sociedad está enfrascada en un desarrollo capitalista salvaje, no se ocupa de política; es estable, fácil de controlar, etc. Todo ello se atribuye al “confucionismo” .
Recordemos también al neoconfucionismo, cuando mil quinientos años después, los filósofos de la época valoraron la doctrina de Confucio y Mencio y su anhelo era entonces “recuperar el Camino”. ¿Será entonces el confucionismo la ideología de un régimen, como sostiene Anne Chang o el gobierno de la República Popular China ha recuperado “el Camino”?
Lo cierto es que el gobierno actual de China ha reivindicado a Confucio y así lo pudimos ver en la visita que hizo tiempo atrás a Chile el rector de la Universidad de Pekín, Xu Zhihong, quién expresó en una entrevista al diario El Mercurio que la Universidad de Pekín tiene como objetivo entrenar a personas para ser líderes: “Queremos formar una clase elitista capaz de dirigir y enfrentar desafíos en todo terreno”.
Más adelante y ante la pregunta del periodista de cómo insertar la tradición china en el modo de hacer y la competencia occidental, Xu Zhihong dijo que “Ambas culturas tienen sus ventajas. En la cultura china tenemos un tesoro que son los pensamientos confucianos, que hablan sobre la armonía entre los seres humanos y entre estos y la naturaleza. Es lo que nos falta en la actualidad. Las Ciencias Sociales son muy importantes en la sociedad moderna para que los seres humanos conozcan su esencia”. Las expresiones vertidas por el rector de la Universidad de Pekín casi parecen dichas por el mismo Confucio en cuanto a la formación de una clase elitista, educada, capaz de dirigir y gobernar.