Introducción. La figura de Mao Zedong habitualmente no despierta las simpatías ni las adhesiones del gran público. Se le considera un mandatario tiránico que gobernaba por medio de la fuerza y el terror. Se dice que fomentaba la realización de un culto hacia su persona que aparecía intolerable a los ojos occidentales y, reafirmando esta negativa opinión, se agrega que condujo a millones de sus compatriotas a guerras o revoluciones que tuvieron como resultado períodos de hambrunas o grandes cantidades de muertos.
Pese a todo lo anterior, nadie se atrevería a negar la importancia que Mao Zedong ha tenido en el largo período de cambios que ha vivido China desde los inicios del siglo pasado hasta nuestros días. De allí entonces que todo historiador que pretenda escribir la nómina de los líderes mundiales más notables del siglo XX debería incluir en ella a Mao Zedong quien, junto al Partido Comunista Chino, deben ser considerados como los refundadores de China.
Durante el siglo pasado ocurrieron en el territorio del gigante asiático acontecimientos que podríamos calificar, a la vez, de fascinantes y dramáticos. No existe probablemente en la historia contemporánea otro país que haya tenido tantos y tan profundos cambios a lo largo de una centuria. Todos ellos fueron construidos sobre las bases de privaciones y sufrimientos inmensos en la población china que han dejado huellas imperecederas en sus gentes.
Si damos una amplia y desprejuiciada mirada histórica que logre empinarse por sobre objetivos de corto y mediano plazo, podremos darnos cuenta que todos aquellos esfuerzos o penurias que Mao Zedong hizo asumir a su pueblo pretendían, con decisión inquebrantable, alcanzar un solo objetivo: hacer resurgir a China desde sus cenizas y reubicarla en el sitial de Gran País que había tenido por muchos siglos en la antigüedad.
A continuación hacemos un breve resumen de lo que fue la agitada vida de Mao Zedong que, como la de todo ser humano, la constituye un mosaico de aciertos y errores, de sueños y realidades, de grandezas y mezquindades entre las que resalta, con nitidez, su irrenunciable compromiso con la recuperación de la dignidad de su pueblo.
Los primeros años. Mao Zedong nació el 26 de diciembre de 1893 en el seno de una familia campesina del Valle de Shaoshan, lugar de bucólicas colinas y cursos de agua, ubicado cerca de la ciudad de Changsha, la capital de la provincia de Hunan, corazón de la China campesina. Desde niño, la relación con su padre, Mao Yichang, fue difícil ya que intentó en dos ocasiones fugarse de la casa y, cuando cumplía los catorce años, se negó a concretar el matrimonio concertado por su progenitor con la familia de la “Señorita Lou”, una muchacha hija de un granjero vecino. Su madre, siguiendo las antiguas costumbres campesinas, no tenía nombre propio. Era simplemente, Séptima Hermana Wen, aludiendo al clan al que pertenecía. La perdió en 1919 por culpa de la difteria cuando él contaba con veinticinco años de edad.
Mao se graduó como profesor en 1918, a los veinticuatro años de edad, luego de lo cual viajó por primera vez hasta la ciudad de Beijing donde obtuvo un trabajo de asistente en la biblioteca de la Universidad de Beijing. La cercanía con la universidad facilitó que conociera las ideas marxistas, principalmente a través del bibliotecario de la Universidad llamado Li Dazhao, un intelectual chino que seguía de cerca los acontecimientos que se desarrollaban en Rusia, donde los bolcheviques habían proclamado la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Fue así como Mao, junto a otros jóvenes, integró un grupo de simpatizantes marxistas que no organizado aún como partido, despertó el interés del Comintern, la organización soviética destinada a propagar y coordinar el comunismo en diferentes países. Fue así como logró estar presente el 23 de julio de 1921, en Shanghai, cuando se llevó a cabo el acto fundacional del Partido Comunista Chino.
Los difíciles años veinte y el Kuomintang. Hacia el año 1922, China se encontraba en medio de una gran conmoción. La crisis ocasionada por la desaparición del Emperador había producido la fractura del país en varias zonas geográficas dominadas por caudillos locales o “Señores de la Guerra” que ejercían el control de la población. El doctor Sun Yat-sen, líder nacionalista que había combatido al régimen imperial desde fines del siglo XIX, vio estas circunstancias como propicias para formar en la ciudad de Cantón o Guangzhou un gobierno revolucionario encabezado por el Partido Nacionalista o Kuomintang que él había fundado en 1912. Sun Yat-sen pretendía así luchar en contra de los Señores de la Guerra con el objetivo de lograr la reunificación del país e instalar un gobierno nacionalista de corte democrático.
Además, en China aún continuaban existiendo numerosos enclaves territoriales extranjeros (ingleses, franceses, portugueses y japoneses) de carácter comercial. Cada zona de concesión contaba con sus fuerzas policiales o militares que resguardaban sus intereses comerciales. Sumándose a lo anterior, perduraba aún la ocupación de la provincia de Shandong por tropas japonesas conforme a la resolución final del Tratado de Versalles. Todo este entramado de poderes constituía un sistema peligrosamente inestable que no tardaría en desmoronarse al estallar los conflictos que siguieron.
Fue el Comintern, por órdenes de Stalin, el que ofreció dinero y armas al Kuomintang para que, en alianza con el joven Partido Comunista Chino, emprendieran juntos una campaña militar contra de los Señores de la Guerra capaz de reunificar el país. Sin embargo, el 12 de marzo de 1925 falleció Sun Yat-sen víctima de un cáncer al hígado siendo reemplazado en la dirección del Kuomintang por el general Chiang Kai-shek, un militar profesional de treinta y ocho años formado en Japón.
Pese a la muerte de Sun, los planes de llevar a cabo la reconquista nacional no se cancelaron, de forma tal que el 1º de julio 1926 se dio inicio a la llamada Expedición al Norte. En este escenario la labor de Mao y su equipo consistió en organizar en diferentes ciudades agitaciones, huelgas o manifestaciones que ocasionaran dificultades a las autoridades locales. En el campo, preparar a los campesinos para brindar el máximo apoyo al ejército conquistador. La campaña en general fue un éxito completo hasta alcanzar, en octubre de 1926, la altura del río Yangtzé. De esta forma, la mitad sur de China ya se encontraba en manos de los nacionalistas.
Se quiebra la alianza entre el Kuomintang y el Partido Comunista. Shanghai fue tomada por las fuerzas nacionalistas en la primavera de 1927. Sin embargo, sucedió algo inesperado. Chiang Kai-shek comenzó, en ésta y en otras ciudades del país, la detención y el asesinato de los principales líderes locales del Partido Comunista hasta ese momento su socio en la campaña militar. La explicación se conoció pronto: Chiang Kai-shek nunca creyó realmente en el pacto político entre el Kuomintang y el Partido Comunista, pero calló su opinión hasta el final. Ahora, cuando ya se había logrado gran parte del objetivo perseguido por la Expedición al Norte, estimó que era el momento preciso para asestar el golpe de gracia a los comunistas. Si no lo hacía ahora, en poco tiempo más los comunistas lo harían en contra suyo.
El quiebre de la alianza obligó al reordenamiento de las fuerzas en lucha. Por un lado se encontraba el Kuomintang aliado con la poderosa burguesía nacional. Logró continuar por su cuenta con la Expedición al Norte e imponer su dominio sobre la totalidad del territorio nacional. El gobierno del Kuomintang eligió con sede la ciudad de Nankín y mantuvo un control relativo sobre el territorio continental chino hasta 1949, año en que, tras su derrota definitiva, huyó a la isla de Taiwan. Por otro lado, el Partido Comunista, con su proyecto socialista como objetivo final, buscó apoyo en los sectores rurales en espera de mejores tiempos para contraatacar. Los comunistas aparecían ahora diezmados y perseguidos por las autoridades tras el golpe asestado por Chiang.
Mao se convierte en guerrillero. La Larga Marcha. Fue en este escenario en el que surgió el Mao guerrillero, reorganizador de las fuerzas comunistas que, dispersas, buscaban una nueva forma de articularse. Mao, con un pequeño grupo guerrillero, buscó una zona adecuada para mantener el control sobre la población campesina y formó lo que él llamó el primer Soviet Chino. Este enclave se ubicaba en la provincia de Jiangxi al sureste de China. Tuvo existencia entre el año 1929 y el mes de octubre de 1934, fecha esta en que sucumbió después de cuatro asaltos del ejército del Kuomintang. El Soviet de Jiangxi fue uno de los proyectos más exitosos acometidos por Mao permitiéndole practicar las reformas sociales en los campos y organizar el nuevo Ejército Rojo con eficiencia y profesionalismo.
Luego de la caída del Soviet de Jiangxi en manos de los nacionalistas, Mao y su ejército emprendieron la llamada Larga Marcha, un desplazamiento estratégico que tenía por finalidad superar una difícil situación y posicionarse junto a otras fuerzas comunistas en la zona norte del país en donde era más fácil recibir el apoyo soviético en armas y dinero. Para alcanzar este objetivo fue necesario que el ejército de Mao rompiera el cerco de los nacionalistas e iniciara la huida hacia el oeste internándose en la China Central. Debieron cruzara seis provincias del país en condiciones extremadamente duras. Cruzaron ríos, superaron cadenas montañosas, atravesaron pantanos y zonas desérticas cargando con los pertrechos que el ejército debía llevar. Soportaron frecuentes ataques nacionalistas por tierra y aire. De los 80.000 combatientes que salieron de Ruijin arribaron, en octubre de 1935, alrededor de 10.000 a Yanan, provincia de Shaanxi. Recorrieron 9.700 kilómetros en 370 días. La Larga Marcha pronto adquirió perfiles épicos que contribuyó a formar una leyenda en torno a Mao y a los líderes que lo acompañaban.
Las invasiones japonesas y la II Guerra Mundial (1931-1945). Hacia 1931 surgió una nueva amenaza para China y para el gobierno del Kuomintang. Ese año el gobierno Imperial del Japón invadió Manchuria y ocupó militarmente las provincias de Heilongjiang, Jiling y Liaoning. Al año siguiente Japón estableció allí un gobierno títere del Japón denominado Gran Estado Manchú o Manchukuo. En una segunda etapa en su política expansionista, Japón inició en 1937 la llamada Segunda Guerra Sino Japonesa, oportunidad donde ocupó extensas zonas del norte y de la costa Este de China ingresando por la cuenca del Yantzé hasta la ciudad de Wuhan.
Mao vio en la amenaza japonesa una gran oportunidad para detener el castigo de los nacionalistas en contra de las fuerzas comunistas. Lanzó la campaña “Que un chino no luche contra otro chino” (eslogan que quería indicar que todos, nacionalistas y comunistas, deberían hacer frente al invasor japonés). Si los comunistas eran capaces de capitalizar el estado de ánimo de la población, podrían liderar el movimiento anti- japonés debilitando así a Chiang Kai-shek. Este último, inicialmente reacio a llegar a un nuevo acuerdo estratégico con los comunistas, tuvo que ceder por la presión de sus generales.
En agosto de 1945 el emperador Hirohito comunicó al mundo la rendición del Japón tras las explosiones nucleares detonadas en su territorio. Las tropas japonesas, invasoras de China, retrocedieron o fueron derrotadas por los ejércitos nacionalistas o comunistas, quienes viendo próximo el final de la II Guerra Mundial, se apresuraban a tomar posiciones ventajosas para reiniciar la larga guerra civil que estaba viviendo China desde 1926.
El Kuomintang se derrumba y surge la República Popular China (1949). Pero estos acontecimientos encontraron al Kuomintang desmoralizado por los años de lucha, debilitado por los conflictos personales entre sus líderes y penetradas las altas esferas por la corrupción. El gobierno del Kuomintang se había vuelto impopular dentro de China por los errores cometidos durante los veinte años en el poder. En especial, la inflación había golpeado cruelmente al sufrido pueblo chino. Los comunistas, por su parte, estaban con la moral alta, y dirigidos hábilmente por Mao se apresuraron a arrebatar a los derrotados japoneses el armamento y las principales bases de apoyo del norte del país lanzando desde allí el ataque definitivo en contra de Chiang Kai-shek. En los tres años siguientes las fuerzas nacionalistas se desintegraron y a finales de 1949, el líder nacionalista se retiró a la isla de Taiwan con sus últimos partidarios.
El 1º de octubre de 1949, Mao Zedong proclamó la creación de la República Popular China en un gran acto público llevado a cabo en la Plaza de Tiananmen de Beijing, ciudad que ahora volvía a convertirse en la capital de China. Mao continuó desempeñando su papel de Presidente del Partido Comunista Chino y asumió, en la fecha ya indicada, el cargo de Presidente de la República Popular China.
El gobierno de Mao: Tensión y ruptura con la Unión Soviética. El Gran Salto Adelante (1958-19862). Poco después de la llegada al poder de Nikita Khrushchev como Secretario General del Comité Central del Partido Comunista Soviético, Mao se alertó debido a que la mayoría de los dirigentes soviéticos llegados con Khrushchev formaban parte de una corriente revisionista del Partido Comunista de la Unión Soviética, caracterizada porque sus miembros eran afines a ciertas ideas políticas que Mao consideraba interpretaciones espurias de los principios marxistas. Además, Mao percibía que los nuevos jerarcas soviéticos tenían ciertos comportamientos burgueses. Entre las actitudes criticadas por el líder chino estaban el empleo de un nuevo lenguaje conciliador con occidente, un cierto abandono de la postura combatiente que distinguía a los cuadros comunistas de la vieja guardia y una cierta inclinación hacia las comodidades y el lujo, dejando de lado la tradicional austeridad socialista. A partir de entonces comenzaron a distanciarse, como dos líneas divergentes, las posturas chinas y soviéticas en los foros internacionales. Un peligro real de conflagración entre ambos gigantes comunistas surgió hacia fines de la década de los sesenta.
El Gran Salto Adelante, iniciado en 1958, fue un gigantesco ejercicio de ingeniería social que pretendía acelerar el desarrollo agrícola e industrial de China basándose principalmente en el esfuerzo voluntarista de las masas campesinas. Deterioradas las relaciones sino-soviéticas ya no se contaba con el apoyo de los expertos rusos que habían organizado y dirigido el primer Plan Quinquenal. Sin embargo, esto no desanimó al presidente Mao quien, recordando hazañas como la Larga Marcha y las luchas contra el Kuomintang, confiaba que las masas populares de China realizarían verdaderas proezas si se las motivaba y conducía adecuadamente.
Tempranamente empezaron a aparecer los errores que contenía el Gran Salto Adelante. Fallas de coordinación entre los centros productivos, abultamientos de las metas por temor a represalias, falta de incentivos en el trabajo de los agricultores a quienes se les redujo las propias cuotas de cereales para poder cubrir la demanda de los centros urbanos del país y dar cumplimiento a compromisos de exportación.
A los malos resultados del experimento colectivo se sumaron las adversas condiciones climáticas de los años 1959 y 1960 que dieron como resultados pésimas cosechas en esos dos años. Se hizo entonces evidente que el país sería golpeado por una gran hambruna que afectaría especialmente a los sectores cuya calidad agrícola fuera inferior a la media. Cerca de veinte millones de vidas cobró el Gran Salto Adelante durante el período 1959-1962, sin contar a quienes murieron posteriormente aquejados por los daños de una severa desnutrición.
La Revolución Cultural China, el último proyecto de Mao Zedong (1966-1976). Al iniciarse el nuevo año de 1965, el presidente Mao resolvió pasar a la acción y poner en marcha una nueva campaña destinada ahora a desenmascarar y enfrentar a sus adversarios. Lo impulsaban dos propósitos. Primero, recuperar el control del poder que había perdido a manos de los críticos del Gran Salto Adelante. Segundo, realizar una limpieza total y definitiva de cualquier elemento revisionista o antirrevolucionario enquistado ya sea en el Partido, en la administración del Estado o en la población en general.
Para llevar adelante esta nueva revolución en los momentos en que ya habían transcurrido diecisiete años de gobierno comunista, Mao tuvo en cuenta a quienes habían sido siempre sus aliadas: las masas populares. Se daba inicio así a la Gran Revolución Cultural Proletaria.
Acerca de la Revolución Cultural digamos que finalizó siendo un proceso histórico traumático, que afectó dolorosamente a la sociedad china, la que tuvo que lamentar muchos miles de muertos y daños graves a su economía.
La muerte de Mao. Junto a las primeras horas de la madrugada del 9 de septiembre de 1976, la vida del presidente Mao Zedong se apagó tras haber cumplido los ochenta y dos años y ocho meses de edad. En sus últimos años debió soportar la enfermedad llamada Esclerosis Lateral Amiotrófica que lo fue inmovilizando sin afectar sus facultades intelectuales. Sin embargo, la causa directa de su muerte fue un cuarto y devastador infarto al corazón.
El recientemente nombrado Primer Ministro, Hua Guofeng, adoptó de inmediato las medidas que ya estaban acordadas para el momento del deceso del líder chino. A las cuatro de la tarde de ese día, la Agencia Oficial de Noticias Xinhua, a través de sus servicios en chino e inglés, difundió la noticia al país y al mundo. La reacción popular a la muerte de Mao fue silenciosa. Hubo muchos que lloraron desconsoladamente, era la segunda pérdida de un viejo líder dentro de los últimos cuatro meses. En enero de ese año había partido el Primer Ministro Zhou Enlai. Era el fin de una época y el nacimiento de la China Moderna.