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Recuperando la Edad Media

La Edad Media en el Siglo XX:
En el siglo XX aparecieron dos fuerzas muy diferentes que contribuyeron a formar nuestra visión del pasado medieval. La primera fue la gran cantidad de estudios sobre la Edad Media que se realizaron en las universidades. Miles de tesis doctorales y de facultades de literatura han estudiado la historia y la cultura del período, generando cientos de libros de texto, de estudios y de monografías. Al mismo tiempo, surgió otra fuerza que presentó su propia imagen de la Edad Media: el cine.

A finales del siglo XIX y principios del XX, la historia, la literatura, y luego la historia del arte se constituyeron en profesiones diferenciadas. Se establecieron cátedras para su enseñanza y se multiplicaron los cursos, las titulaciones y los departamentos universitarios que giraban en torno a ellas. Aparecieron entidades especializadas, como la Academia Medieval de Estados Unidos, que se fundó en 1925.

El pueblo de Saint Andrew era un centro de peregrinación medieval

El resultado de estos grandes adelantos de la organización y el financiamiento fue que la Edad Media quedó en manos de académicos profesionales, que trataban de imprimir su imagen del pasado en los jóvenes de clase media a los que educaban. Las opiniones de los académicos, no siempre bien entendidas, dieron forma a las imágenes del período que se formaron sus discípulos, y estas mismas imágenes han sufrido cambios.

La historiografía medieval ha atravesado tres grandes momentos. El primero, a principios del siglo XX, privilegiaba la historia política y constitucional, y era un sistema de formación de funcionarios públicos y de administradores imperiales; la segunda dio más peso a la historia económica y social, y estuvo muy influida por las controversias de las décadas medias del siglo; la tercera se origina en el consumismo, el hedonismo y el feminismo de los tiempos actuales, que han encontrado su objeto natural en la historia de la cultura.
Por supuesto, en todos estos momentos se pueden encontrar ejemplos de los demás, pero la tendencia es clara. Las anteriores generaciones de estudiantes, acostumbradas a investigar los grandes documentos de la historia constitucional de su país, contrastan con quienes defienden la interpretación marxista de la Edad Media o el valor de la escuela francesa de los Annales, influida por el marxismo, o con los estudiantes de los cursos superiores de la actualidad, que se interesan por el papel del género o del cuerpo en aquella época.

Los cambios sociológicos y educativos del estudiantado se han visto acompañados por cambios paralelos de la imagen misma de la Edad Media que se les enseña. No sólo las modas han dado forma a los estudios medievales durante el siglo XX. Lamentablemente, la nueva disciplina también se ha visto sometida a los regímenes políticos del momento. En 1937, el nombre de la principal revista alemana de estudios medievales dejó de ser Neues Archiv (Archivo Nuevo) para convertirse en Deutsches Archiv (Archivo Alemán), abandonando también la tipografía moderna para adoptar la pseudomedieval, llamada Fraktur o gótica. El primer artículo de la nueva revista se titulaba «La Edad Media alemana», y su primera frase rezaba: «Para el nacionalsocialismo es indispensable que la validez universal de su cosmovisión conforme la base de la ciencia alemana, y que siga conformándola durante todo el porvenir». No todos los eruditos alemanes abrazaron el nazismo, como lo testimonia el hecho de que tantos de ellos abandonaran el país y pasaran a enriquecer las universidades inglesas, pero muchos lo hicieron.

Castillo de Warwick 

En los países comunistas, los estudiosos estaban obligados a incluir a Marx y a Engels en sus bibliografías y a organizar su pensamiento de acuerdo con la teoría decimonónica de la evolución social de los dos fundadores del comunismo. De ello no siempre resultaron estudios empíricos de mala calidad: una de las investigaciones precursoras sobre el campesinado medieval inglés pertenece a un marxista impecable, E. A. Kosminsky. Sus estudios sobre la historia agraria de Inglaterra en el siglo XII aparecieron en traducción inglesa en 1956, con un prefacio donde el autor proclamaba: «He basado mi trabajo en el método marxista- leninista», y en una nota al pie citaba respetuosamente los últimos trabajos de José Stalin. El libro constituye un estudio histórico esencial sobre los modelos de propiedad del período medieval. Para la investigación histórica, la rigidez del marxismo demostró ser un veneno menos letal que las doctrinas racistas de los nazis.
De este modo, entre el año 1900 y el momento actual se desarrolló un amplio sector académico y universitario dedicado a explicar y representar la Edad Media ante un público relativamente amplio. Esto tiene su importancia, pero mucho más la tiene el cine, a causa de, su capacidad para transmitir imágenes. Muy poco después de su nacimiento, se comenzaron a hacer películas de tema medieval. Juana de Arco pasó al celuloide en 1900, y la primera película sobre Robin Hood data de 1908. Así como las ideas que tenemos en la actualidad del imperio romano o del salvaje oeste están compuestas por un 90 % de cine y un 10 % de realidad, del mismo modo cuando pensamos en la Edad Media lo más probable es que nos la representemos según lo que hemos visto en la pantalla.

Como es lógico, en el cine europeo se pueden encontrar ejemplos de poderosas imágenes del Medievo: la versión expresionista de Lang de las antiguas leyendas germánicas del Nibelungenlied (1924), el clásico nacionalista épico de Eisenstein, Alexander Nevski, o El Séptimo Sello (1957), la sombría y evocadora pintura de la conciencia y la muerte durante la Edad Media tardía de Bergman. El cine francés ha ofrecido muchas interpretaciones memorables de Juana de Arco. Pero quien dominó el género fue Hollywood, con sus versiones de hechos históricos, de leyendas de la Edad Media y de obras de ficción ambientadas en el período medieval. Las novelas históricas de los románticos, que ya había hecho tanto para crear una Edad Media vívida y pintoresca, fueron objeto de traducción cinematográfica. La MGM adaptó una de las novelas medievales más leídas de Scott: en la producción de Ivanhoe de 1952 se ve un castillo especialmente construido para la película, y que se dejó envejecer durante todo un año antes de comenzar el rodaje. En 1958, el mismo libro dio origen a una serie de televisión. Nuestra Señora de París de Víctor Hugo fue llevada siete veces al cine, primero en Francia en 1906 y noventa años después en la versión de Disney de 1996.

Las producciones épicas de Hollywood como El Cid (1961) han influido tan poderosamente en la imagen popular de la Edad Media como todo lo que han escrito los historiadores. En esa película, Charlton Heston, muy erguido y leal, sigue su camino en un mundo lleno de peligros, de príncipes malvados y de temibles invasores. De acuerdo con la apología convencional de la paz que se hacen los filmes bélicos de la época, no se retrata al Cid como en realidad fue, un buen capitán de mercenarios, ni como campeón del cristianismo contra los musulmanes. En lugar de ello, es un hijo leal de «España», una España multicultural donde todos, hasta los musulmanes son muy educados. Los enemigos de todos ellos son los invasores fundamentalistas de Marruecos, vestidos de negro. Heston-Cid interviene en un complejo torneo ante las murallas de la ciudad de Calahorra, demuestra su coraje y su clemencia en los combates y muere defendiendo Valencia contra los sitiadores africanos. Sofía Loren añade la intriga amorosa haciendo el papel de doña Jimena, la esposa del Cid, cuyos sentimientos se ven complicados por el hecho de que su marido ha dado muerte a su padre (lo cual, contrariamente a lo que podía suponerse, es un recurso romántico ya empleado en la tragedia clásica francesa del siglo XVII).

Las tumbas medievales son un ejemplo excelso de arte

Al igual que los grandes cuadros históricos del siglo XIX o las óperas de Richard Wagner y de otros compositores, las películas de tema medieval presentan imágenes vigorosas, imponentes e inolvidables a un público mucho más numeroso que los lectores de los estudios académicos. En realidad, las películas históricas hollywoodenses son una continuación sin fisuras de la pintura histórica y de las óperas del período anterior. Pertenecen a la misma cultura romántica tardía, lo que no sólo se ve claramente en la música, sino también en la idealización del heroísmo, en lo elemental de sus modelos de la masculinidad y la feminidad, y en su tono ingenuo y moralizante. Reforzada por toda una corriente de fantasías pseudomedievales como los libros de Tolkien, y habiendo encontrado una nueva expresión en los juegos electrónicos, la Edad Media romántica ha logrado transmitirse por los medios informáticos y convertirse en una imagen ampliamente difundida. 

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