Lindisfarne

Tributo a la Luz: Peregrinación Medieval a Lindisfarne

La visita a interesantes monasterios e iglesias fueron parte de este recorrido cuyo destino final es uno los lugares más insignes del Reino Unido y uno de los prioratos más emblemáticos de la Inglaterra medieval.

Europa ofrece al peregrino una gran cantidad de destinos que lo llevan al pasado. En 2004, cuando me encontraba investigando en la Universidad de Oxford, conocí a Alex, un irlandés, oriundo de Galway, que había estudiado Historia en la Universidad de Saint Andrews, en la costa este de Escocia. Al terminar ese año le sugerí a mi conocido celta que la próxima vez que nos volviéramos a reunir, haríamos juntos un viaje a un lugar emblemático de la Edad Media.

Vista del Castillo de Northumberland, Lindisfarne. UK

Pasaron tres años antes del esperado encuentro y el destino elegido fue el Priorato de Lindisfarne, fundado por monjes irlandeses en el siglo VIII. A parte del aguamiel que ahí se produce desde antaño, el lugar es también famoso por una espectacular y muy conocida copia que nos han dejado de los evangelios.

En un pequeño Skoda iniciamos la travesía hacia el sureste, en dirección a Edimburgo, donde después nos internamos en la provincia escocesa de los Bordes (porque bordea con Inglaterra). La Abadía de Melrose, cuyos restos medievales revelan la atrocidad de las guerras anglo-escocesas del siglo XIV, fue nuestra primera parada. Ahí también está enterrado el corazón de Robert The Bruce, el mal retratado protagonista de una saga hollywoodense y quien fuera Rey de Escocia en la época en que esta nación se levantó en contra de Eduardo I de Inglaterra.

Abadía de Lindisfarne. UK

Sentados en un banco comenzamos a leer la prosa del venerable historiador Beda, autor de la celebrada Historia Eclesiástica del Pueblo Inglés, escrita en el año 731, quien también escribió sobre la vida de San Cutberto y sobre la fundación del monasterio que ante nuestros ojos se levantaba. Todos los monasterios que visitamos esa mañana presentaban el mismo deterioro bélico, pues en estos conflictos los soldados se atrincheraban en los pocos edificios de piedra que había. Hay que decir que en esa época, los escoceses harían lo propio con muchos monasterios en el norte de Inglaterra. Como en todas partes, las guerras fronterizas han significado un desgaste lamentable del patrimonio medieval británico.

El sitio de Walter Scott:
Rumbo hacia el sur, nuestra siguiente parada fue el Monasterio de Dryburgh, cuyas ruinas del siglo XII nos esperaban con una calma que no experimentamos en ninguna otra parte del trayecto. Fue precisamente la paz del entorno de Dryburgh la que hizo que Sir Walter Scott, uno de los más connotados literatos decimonónicos, escogiera como el lugar de su eterno descanso. Al llegar se comprende de una vez por qué el autor de “Ivanhoe” admiraba aquellos parajes monásticos que evocan el mundo medieval que tanto le atraía.

Nos habríamos quedado en Dryburgh todo el día, pero el tiempo apremiaba y debíamos llegar a la Abadía de Kelso. Kelso fue fundada por el Rey David I de Escocia en la primera mitad del siglo XII. La Abadía está emplazada en el corazón de una ciudad, es más, su pórtico en ruinas se levanta a pocos metros de una concurrida rotonda vehicular. Algo de tenebrosidad transmite este edificio, aquella que a muchos les parece típica de la época medieval, pero que más bien acusa la acción del hollín citadino y el paso inclemente de los siglos.

Un “Haggis”:
Jedburgh fue la ciudad escogida para visitar antes de cruzar la frontera con Inglaterra. Fundada en el siglo XII y al igual que los otros sitios, Jedburgh también sufrió la embestida de las guerras de independencia entre Escocia e Inglaterra, más todavía tratándose de un emplazamiento fronterizo,a pasos del río Tweed. A pesar de que hasta hoy conserva casi toda su estructura, su monasterio carece de techumbre. Se acercaba la hora de almuerzo y nos pareció pertinente hacerle honor a la cocina escocesa antes de cruzar el Tweed y llegar a tierras inglesas. Un plato del tradicional “Haggis”, que no me atrevería a describir, y un vaso de “Irn Bru” (una especie de Fanta made in Scotland) calmaron nuestra hambre y sed. Una hora después de cruzar el Tweed, la primera urbe inglesa que nos recibió fue Newcastle, y después de atravesar el río Tyne nos encontramos en la pequeña iglesia anglosajona de Saint Paul, en Jarrow. En esos momentos, nuestra peregrinación gozó de un momento sublime: con Alex contemplamos el vitral medieval más antiguo que se conserva en Europa y, mucho más importante que eso, éste adorna una de las ventanas de la iglesia que vio crecer y morir al mismísimo Beda. Esta pequeña iglesia de piedra fue construida en el siglo VII y desde el siglo XVI es administrada por los anglicanos.

Escultura de la Iglesia de Lindisfarne. UK

A día siguiente, la jornada en Durham fue intensa. Primero fuimos a la catedral, construida por los normandos hacia fines del siglo XI, una de las pocas catedrales románicas que sobreviven en Europa y donde se encuentran los restos de Beda y Cutberto. La historia nos dice que, cuando el Priorato de Lindisfarne (nuestro destino final) fue atacado por los vikingos el año 793, los monjes lograron escapar cargando el cuerpo de San Cutberto, su más valioso tesoro. Después de instalarse en diversas localidades de Northumberland, los monjes llegaron a un sitio que ofrecía la mejor protección: se trataba de un montículo rodeado por el río Wear, donde instalaron su abadía y la tumba de Cutberto. Los milagros que el santo obraba en beneficio de los peregrinos que, poco a poco, comenzaron a llegar a este lugar, propagaron la fama de Cutberto y sus fieles monjes en toda Inglaterra y se constituyó aquel lugar como diócesis.
La catedral normanda que hoy rasca los cielos de Durham debe su imponente construcción a la importancia que adquirió en los siglos medievales este obispado. Testimonio de ésto son los impresionantes objetos que hasta hoy se conservan en el museo catedralicio.

Bendita isla

Seguimos nuestro rumbo sur por la costa noreste de Inglaterra hacia Holy Island, lugar donde, por obra fundacional del monje irlandés, San Aidan, se instaló en el siglo VII el Priorato de Lindisfarne, como dependiente del Monasterio de Iona (Escocia). Holy Island tiene una característica geográfica que se presenta como un atributo medieval: es una isla de marea, es decir, sólo se puede llegar desde el continente sí la marea está baja. Al momento de cruzar, grandes carteles advierten a turistas y peregrinos que no han de desafiar la naturaleza y deben respetar las horas precisas en que el mar se repliega para conectar la pequeña con la gran isla.
Manuscrito de Evangelio de Lindisfarne. SVII. combina el estilo celta con el anglosajón

La marea de aquella tarde nos hacía contar con unas pocas horas para llegar y cumplir nuestro cometido espiritual: rendirle honores a Cutberto y al monacato celta de la época, autor de los maravillosos evangelios del priorato y luz en un periodo mal llamado Dark Ages. Al llegar, nos sorprendió encontrar el museo cerrado, así también como las tiendas donde encontraríamos el Lindisfarne Mead (aguamiel), que los monjes preparan en forma tradicional desde hace muchos siglos, en base a la fermentación de la miel.

Lejos de entregarnos al desánimo, procuramos concentrarnos en el aspecto más importante del viaje. Así subimos a una colina donde pudimos rezar y conversar, y por supuesto, admirar a lo lejos el castillo que se alza sobre el Mont Saint Michel de Northumberland. Luego, contemplamos durante un buen rato las ruinas del priorato y entramos con timidez a una pequeña iglesia que alberga una de las cosas más notables que presenciamos en todo el viaje: un tallado moderno de madera, tamaño natural, que representaba el traslado del cuerpo de San Cutberto a hombros de los monjes de Lindisfarne en dirección a la nueva fundación monacal que se establecería en Durham.

Decir que el hallazgo fue conmovedor es la forma más escueta de describir el momento. Minutos más tarde, nos encontrábamos en una tienda comprando aguamiel y el atardecer nos advertía que la marea acechaba y debíamos regresar. Detrás dejábamos uno de los lugares de peregrinación más insignes del Reino Unido y uno de los prioratos másemblemáticos de la Inglaterra medieval. 

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