Este año 2015 se celebran los 200 años de la batalla de Waterloo, que ha pasado a la historia como la derrota final de Napoleón. Pero, es el momento de analizar si realmente Napoleón fue derrotado o si aún sigue triunfando incluso en el mundo actual. Es cierto que tras la batalla, el duque de Wellington envió al “Emperador Francés” a un lugar más lejano e inaccesible que la isla de Elba, para evitar su retorno y lo logró. Santa Elena estaba suficientemente alejada para impedir el regreso en 100 días como ocurrió la primera vez. Pero mirando estos hechos desde la perspectiva de hoy, nos hacemos una pregunta esencial, ¿Fue Napoleón realmente derrotado? ¿Sus ideas y su visión del mundo murieron con él en Santa Elena? Para poder contestar estas preguntas es cierto que tras la batalla, el duque de Wellington envió al “Emperador Francés” a un lugar más lejano e inaccesible que la isla de Elba, para evitar su retorno y lo logró. Santa Elena estaba suficientemente alejada para impedir el regreso en 100 días como ocurrió la primera vez. Pero mirando estos hechos desde la perspectiva de hoy, nos hacemos una pregunta esencial, ¿Fue Napoleón realmente derrotado? ¿Sus ideas y su visión del mundo murieron con él en Santa Elena? Para poder contestar estas preguntas es fundamental entender quién fue Napoleón y cuáles eran las ideas que lo inspiraban.
Es esencial comprender que Napoleón no representó un corte tras la Revolución Francesa. Varios historiadores afirman que tras la sangre derramada para lograr una República en Francia, con el advenimiento de Napoleón la Revolución habría sido en vano ya que éste se coronó Emperador de Francia y estableció una nueva monarquía. Sin embargo esto no debe comprenderse así. Napoleón Bonaparte es un hijo de la Revolución Francesa. Él institucionaliza y exporta las ideas de la Revolución y es gracias a él que estas ideas tienen cabida en toda Europa y más allá de ella. Es él quien perpetúa el mensaje, vivo hasta hoy. Proveniente de una familia de origen italiano de la recién anexada Córcega, recibe una educación privilegiada. Su familia participa de ideas revolucionarias en Córcega y en Francia conoce y se hace amigo del hermano de Maximilien de Robespierre, Agustine. Se codea con los revolucionarios al lograr la defensa del puerto de Tulón bajo su mando. Es formado en las ideas de la Ilustración en una visión de mundo diferente que pretende ser fundadora.
El emperador en su estudio en las Tullerías. Jacques-Louis David, 1812
La Revolución Francesa es un proceso complejo, que muchas veces, es presentado de manera parcial como el triunfo de la libertad. Las consignas revolucionarias, muy bien publicitadas, han hecho defienden y promueven una “ religión natural”, ven a Dios como creador, pero no providente. Dios hizo el mundo, pero ya no interviene en él. Es como el relojero que hace un reloj y el reloj ya no necesita de su creador para funcionar. Un mundo creado por Dios con leyes racionales cognoscibles por el hombre y controlables por él, hacen que el hombre sea visto como el centro. Muchos de estos deístas entrarán en conflicto con la Iglesia Católica que permanece teocéntrica y tomarán una postura anticlerical. Voltaire resumirá esta visión sobre la Iglesia diciendo “aplastar a la infame” y tomará una postura abiertamente anticlerical afirmando una religión natural sin intermediarios. En política, el soberano, quien ostenta el poder, deja de ser Dios. Ahora el poder viene del hombre, aparecen las ideas de la soberanía popular. Es el pueblo quien ostenta el poder y quien desde un “covenant”, pacto o contrato elige a un gobernante. Los autores “pactistas” son diversos pero tienen en común elementos centrales. La idea que la sociedad es creada, o sea que existe un Estado pre social, un pacto y un estado social. La idea fuerza es que el poder emana del pueblo y que éste entrega su poder al elegir a un gobernante. Es fundamental entender que las razones para el pacto de cada uno de ellos son diferentes. Tenemos las versiones inglesas, generalmente ver al proceso como la lucha del pueblo por la libertad y la igualdad en ‘fraternidad’. La verdad es que dista mucho de ser tan simple y tan edénico. Es cierto que la Revolución impuso las ideas de soberanía popular y de gobiernos de representación, pero el costo fue alto. Movidos por la razón, fueron tremendamente irracionales y casi injustificables. Para poder entender el proceso y poder entender a Napoleón hay que remontarse a los cambios de pensamiento que surgieron con el llamado “Racionalismo”.
Un nuevo modo de ver toda la realidad. Una nueva síntesis de la cultura occidental. René Descartes con su idea del poder de la razón humana pone al hombre en primer plano, aparece con fuerza un real antropocentrismo. Es el hombre quien posee un instrumento de poder, la razón y es ésta la que crea la realidad- “pienso, luego existo”. El nuevo prisma racionalista pone al hombre en el centro y deja en un segundo plano a Dios. La visión Escolástica teocéntrica del mundo es superada y dejada de lado. Esta nueva mirada intenta explicar la idea que es el hombre lo más importante. El arte deja de ser teocéntrico y se torna cotidiano, ya que todo lo que el hombre hace merece ser pintado. Rembrandt, Vermeer, Velásquez, Le Nain, entre muchos otros son maestros de la cotidianidad, pintan escenas nunca antes vistas en la pintura occidental. Lo religioso deja de ser lo más representado y la realidad humana, aunque sea cruda es llevada a la tela. Este arte emerge como prueba fehaciente que el hombre es ahora el centro de la nueva mentalidad. En la religión, si bien siguen siendo cReyentes, disminuyen a Dios, haciéndole perder parte de los atributos que antes ostentaba como concepto. Los llamados Deístas, quienes defienden y promueven una “ religión natural”, ven a Dios como creador, pero no providente. Dios hizo el mundo, pero ya no interviene en él. Es como el relojero que hace un reloj y el reloj ya no necesita de su creador para funcionar. Un mundo creado por Dios con leyes racionales cognoscibles por el hombre y controlables por él, hacen que el hombre sea visto como el centro. Muchos de estos deístas entrarán en conflicto con la Iglesia Católica que permanece teocéntrica y tomarán una postura anticlerical. Voltaire resumirá esta visión sobre la Iglesia diciendo “aplastar a la infame” y tomará una postura abiertamente anticlerical afirmando una religión natural sin intermediarios. En política, el soberano, quien ostenta el poder, deja de ser Dios. Ahora el poder viene del hombre, aparecen las ideas de la soberanía popular. Es el pueblo quien ostenta el poder y quien desde un “covenant”, pacto o contrato elige a un gobernante. Los autores “pactistas” son diversos pero tienen en común elementos centrales. La idea que la sociedad es creada, o sea que existe un Estado pre social, un pacto y un estado social. La idea fuerza es que el poder emana del pueblo y que éste entrega su poder al elegir a un gobernante. Es fundamental entender que las razones para el pacto de cada uno de ellos son diferentes.
Tenemos las versiones inglesas, Hobbes y Locke y la mirada francesa, Rousseau. Thomas Hobbes cree que el hombre es malo por naturaleza y que “el hombre es un lobo para el hombre”. El estado pre social es un caos debido a esto. Todos los hombres ambicionan lo que tienen los otros y es imposible la armonía. El propone un pacto donde los hombres entregan su libertad y eligen a un gobernante firme que ponga orden y que permita la viabilidad social. El estado debe ser como un monstruo con enorme poder, un Leviathan, que debe castigar y amenazar a los hombres para que se comporten. Hobbes obviamente es monárquico ya que entiende que el orden deseado implica imponerse sobre los demás. John Locke, por su parte, es libertario. Cree que el hombre es bueno, a diferencia de Hobbes. Pero si el hombre es bueno, ¿para qué el pacto? Locke considera que hay derechos inalienables, inherentes del hombre. Estos son el derecho a la propiedad, el derecho a la vida y el derecho a la libertad. Estos derechos nunca deben ser pasados a llevar y es por esto que el hombre del estado pre social hace un pacto, elige a un gobernante, para asegurar estos derechos inalienable. Es por esto que el Estado que emerge debe estar limitado en sus poderes para nunca pasar a llevar al individuo. Locke es el primero en concebir la división de poderes (legislativo, ejecutivo y federativo), que más tarde tomaría y perfeccionaría Montesquieu. Es esta visión de Locke la que inspira el proceso de Independencia Americana y nace la visión de democracia libertaria en la que el individuo es lo primero y el estado es subsidiario. De esta visión emana también el concepto de soberanía popular y de gobierno de representación, sin pagar costos en vidas humanas. Es el padre tranquilo de la democracia, mientras que la revolución Francesa es su madre sangrienta.
Pero las visiones al otro lado del Canal de la Mancha no serían iguales. Jean Jacques Rousseau, un suizo que vive en Francia y que es uno de los elementos centrales del movimiento de la Ilustración Francesa, es también un pactista. Cree en un estado pre social, en un pacto y en una sociedad creada a causa de este pacto. Pero su visión es diferente a la de Locke. Rousseau cree que el hombre del estado pre social es bueno pero que es la sociedad la que lo corrompe. El hombre nace libre y bueno pero se lo ve por todas partes “corrupto y encadenado”, dice en su Contrato Social. El hombre era bueno, era un “buen salvaje”, era nómada y todo era ideal. Pero el hombre se hizo sedentario y con eso, comenzó a acumular bienes y surgió así la desigualdad. Dice Rousseau en su Contrato Social, “la propiedad privada es el origen de todos los males”. Esta quita la bondad original y para recuperar la bondad perdida es necesario un pacto en el que cada hombre se entrega a la voluntad general y elige un gobernante manteniendo su libertad. El estado que emerge debe ser poderoso, ya que debe devolver la bondad perdida – debe devolver la igualdad; debe redistribuir. La propiedad degenera al buen salvaje y la redistribución del Estado devolverá la igualdad, la bondad, apareciendo entonces el “buen ciudadano” (bon citoyen). Esta es la idea central que inspirará a la Revolución Francesa y con ella nacerá la idea de una democracia socialista. Es soberanía popular y representación, pero la anulación del individuo en el Estado y el sistema.
Reunión de los Estados Generales el 5 de mayo de 1789 en Versalles, Isidore- Stanislaus Helman y Charles Monnet. Biblioteca Nacional de Francia
Estas ideas entraron en la Francia del Antiguo Régimen. La sociedad francesa entonces era una sociedad estamental. Las divisiones sociales eran por funciones, no por dinero. Los estamentos eran tres: el clero, la nobleza y el estado llano o tercer estado. Los dos primeros estamentos tenían privilegios o fueros, ya que cumplían funciones sociales. El clero, velaba por las almas y la nobleza, tradicionalmente, se ocupaba de la defensa. Los fueros y privilegios de estos estamentos eran de naturaleza tributaria, no pagaban impuestos y de naturaleza jurídica, tenían tribunales propios. Por otro lado, el llamado Tercer Estado estaba compuesto por los burgueses, quienes tenían en general dinero y los campesinos y artesanos a quienes podríamos llamar “pueblo”, quienes eran la mayoría social. Ellos pagaban impuestos y tenían tribunales diferentes. El espíritu de los privilegios o fueros para los dos primeros estamentos nacía de la idea, que tanto el clero como la nobleza, debían desembolsar recursos propios para poder cumplir con sus funciones sociales. Es cierto que en la época de la Revolución Francesa, varias de estas funciones sociales estaban desdibujadas. Desde Luis XIII, bajo la influencia del cardenal Richelieu, se intentó fortalecer el poder del Rey y para esto, Richelieu convirtió a la nobleza feudal, en nobleza cortesana. La mejor manera para incrementar el poder real era disminuir el de los Señores. Y el mejor modo de dominar a los Señores era hacerlos dependientes del Rey. Ya con Luis XIII comienza la construcción de Versalles y la idea de una nobleza desperfilada de sus funciones, casi vegetativa de la corte. Luis XIV incrementa este proceso, concentrado todo el poder en sus manos y representando el punto máximo del poder absoluto al punto de poder decir “El Estado soy yo”. Concentra todo el poder en sus manos y literalmente gobierna solo. Luis XIV quiere hacer de Francia una potencia de primer orden y se concentra en guerras externas, gastando más de lo que Francia produce. Esta tendencia se mantiene durante el gobierno de Luis XV quien gobierna con un gran déficit fiscal que no corrige, sino que aumenta. Luis XVI, por tanto hereda un reino quebrado con un déficit fiscal de grandes proporciones.
Luis XVI no era un mal hombre, tampoco era un tonto, como muchos historiadores lo han presentado. Era débil y fue incapaz de controlar el proceso que se le produjo. Casado con María Antonieta de Habsburgo, una reina extranjera no querida, tuvo que enfrentar una situación de déficit fiscal insostenible. Para aumentar el problema, durante su gobierno, se producen varias crisis del pan. El precio de los granos aumenta a causa de inundaciones y sequías, lo que complican aún más la situación política durante su gobierno. Hay que entender que los procesos revolucionarios, nunca comienzan desde abajo. No es el pueblo el que se mueve. Todas la revoluciones comienzan desde arriba, con ideas. Ideas que hay que hacer realidad a cualquier costo. El pueblo se mueve, solo cuando tiene hambre. Las ideas de Rousseau imperan en el ambiente. Pero no es el pueblo quien las levanta, sino que miembros de los llamados estados privilegiados- el clero y la nobleza. Hay entre los ideólogos algunos burgueses miembros del Tercer Estado, que están muy lejos de poder ser calificados como “pueblo”. La situación financiera insostenible hizo que el Rey tuviese que buscar alguna solución a este problema. Se convocaron juntas de notables en todo el país que concluyeron unánimemente que se necesitaban más recursos. Todos los ministros de economía recomendaron, como la única forma de lograr dichos recursos, subir los impuestos. El subir los impuestos era algo que el Rey no podía decidir solo y que dependía de la aprobación de la Asamblea de Representación de los Estamentos, que en Francia se conoce como la Asamblea de los Estados Generales (equivalente al Parlamento inglés, las cortes en España o la Dieta en Alemania). Sin embargo el convocar a esta asamblea no resultaba ser algo sencillo. No se convocaba a esta Asamblea desde Luis XIII. Luis XIV gobernó solo, nunca convocó a los Estados Generales, por tanto para la época de Luis XVI no había nadie vivo que hubiese sesionado antes. Todo era complejo, desde lo logístico hasta lo ideológico. Convocar a la Asamblea daría tribuna para que las ideas pululantes ilustradas se hiciesen ver e intentaran cambios al establishment. El Rey trató de evitar la asamblea, pero la situación financiera finalmente lo obligó a convocarla. En la Asamblea, tradicionalmente cada estamento tenía un voto frente a la materia a tratar. Los ilustrados querían aprovechar esta oportunidad para lograr cambios, pero el voto por estamento no les permitiría avanzar. Comienzan a exigir el voto por cabeza, es decir por persona. El abate Sieyes, un miembro del clero lee un documento llamado “Q’ est ce que le tiers état?”(qué es el Tercer Estado) y comienza a insertar las ideas ilustradas de Rousseau en la Asamblea. Esta se desordena y el Rey ordena el cierre de la misma. Un grupo de nobles, clérigos y miembros de la burguesía, que distaban mucho de ser el pueblo, se reúnen en la sala de juego de la pelota (una sala como de juego de billar) y juran no disolverse hasta darle una constitución a Francia.
El Rey no es capaz de tomar las medidas adecuadas para evitar que el poder se le escape de las manos. Deja que la Asamblea Nacional Constituyente, como se denominan, gobierne de facto. La Asamblea de los Estados Generales había sido convocada para mejorar la crisis financiera que enfrentaba el reino de Francia. Sin embargo, si uno mira en detalles, ve que las medidas que comienza a tomar la Asamblea Nacional Constituyente no van en la línea de las mejoras económicas. Lo primero que hace la Asamblea es terminar con la Sociedad Estamental del Antiguo Régimen, aboliendo los privilegios. Ya no hay estamentos y todos pasan a ser “ciudadanos” con “igualdad ante la ley”. Tras abolir los privilegios, el Marqués de Condorcet, ahora ciudadano Condorcet, publicó los Derechos del Hombre y del Ciudadano. Una lista de derechos despojados de deberes que emulaba a la Declaración de los Derechos del Hombre de la Independencia Americana.
Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, Jean Jacques Francois Le Barbier, 1789. Museo Carnavalet, París
Una turba decide “liberar” a los “presos políticos” llevados a la Bastilla sin juicio por el Rey. Se trata de un acto simbólico ya que en la prisión había solo siete presos y ninguno de ellos, por razones políticas. Pero es el primer hecho violento de la Revolución, como tal. Se trata de una afrenta a la Institución del Rey. El Rey, no es simplemente una persona, es una institución que representa cosas. La toma de la Bastilla el 14 de julio de 1789 es el primer acto contra la institución del poder real y por eso es símbolo de la revolución. A pesar de estos cambios, la situación económica seguía siendo desastrosa. Aquí es cuando la Asamblea, basada en sus principios anticlericales imperantes en los ilustrados, comienza a arremeter en contra de la Iglesia Católica. Primero, confisca los bienes del clero, convirtiéndolos en bienes nacionales, con lo que las arcas fiscales mejoran un poco. La Iglesia Católica era dueña de una cantidad importante de tierras francesas. Pero no les bastó con esta medida. Se establece la llamada “ Constitución Civil del Clero” que obligan a firmar a los miembros del clero francés, que pasan a ser entonces funcionarios públicos. Revive con esto la antigua tendencia del estado francés de querer controlar a la Iglesia. El clero queda dividido en “Constitucionales”, los que firman el documento y “Refractarios”, los que se niegan a hacerlo y pueden por tanto, ser legalmente perseguidos. Esta medida justificó persecuciones y posteriores muertes de un porcentaje importante del clero. El Papa reclama, el Rey confuso pone veto a la constitución y angustiado por la situación, decide huir. Su mujer, María Antonieta, es la hermana del actual Emperador de Austria y espera al otro lado de la frontera, conseguir refuerzos y recuperar el poder de Francia. La huida es mal planificada y el Rey y su familia serán descubiertos en la ciudad de Varennes. Serán llevados de vuelta a París en una situación compleja y el Rey es visto como un traidor. Esta situación de debilidad hace que a su regreso no le quede otra alternativa que firmar la Constitución Francesa, con lo que Francia se convierte en una monarquía constitucional. Pero las revueltas comienzan a aparecer por todas partes, el Rey amenazado decide buscar refugio en la ahora llamada Asamblea Legislativa. La Asamblea lo apresa, lo juzga y lo condena a muerte por traición a la Patria. El Rey es guillotinado, hecho que es visto como una gran afrenta por muchos. La Reina es tomada prisionera, se le hace un juicio montado, con resultado preestablecido, se la condena a muerte y es guillotinada. Europa está en shock, las instituciones monárquicas se sienten en jaque. Los países limítrofes escandalizados se movilizan contra Francia. El hermano de Luis XVI, Luis XVIII, se instala en Londres como Rey en el exilio. Francia se siente amenazada. Se establece un gobierno para hacer frente a este estado de excepción – la Convención, la que se organiza a través de “comites”, siendo uno de ellos el “Comité de Salud Pública”, a cargo de un joven abogado burgués recién ascendido, Maximilien de Robespierr este divide la realidad en los amigos y enemigos de la Revolución. Sintiéndose amenazados por las potencias externas, Robespierre llama a la conscripción militar obligatoria, lo que lleva al desánimo y al descontento a gran parte de los franceses ya que la mayoría de ellos no estaban de acuerdo con las acciones revolucionarias. Eran, en su mayoría católicos y estaban molestos por las medidas anticlericales y antirealistas, respetaban y querían a la figura del Rey. Por esto varias regiones de Francia, entre las que destacan la región de la Vendeé y la Bretagne, se levantan en armas. Estalla una guerra civil. A esto se le suma las amenazas externas, lo que hace que la Revolución pierda su cauce. Las Revoluciones, como dijimos al comienzo, siempre nacen desde arriba, de los ideólogos y luego, adquieren su propia dinámica y quienes las crean ya no las pueden controlar. Eso es lo que sucedió acá. La Revolución “se volvió loca”. Nacida de la razón se tornó en algo irracional. Robespierre dice que a los amigos de la Revolución se los gobierna con la razón y que a los enemigos de la Revolución se los gobierna con “el terror”.
Luis XIV, Rey de Francia y Navarra (1754 – 1793) en 1770. Antoine Callet. Actualmente en el salón Apollo, Versalles
Las regiones de la Vendeé y la Bretagne son diezmadas por los ejércitos revolucionarios, considerándose estas matanzas el primer genocidio de la historia. Robespierre habla de borrar de la tierra “la raza maldita de los vendeanos”. La guillotina no deja de funcionar, los juicios express, justifican lo injustificable. Las fronteras son amenazadas. Aquí aparece por primera vez el nombre de Napoleón Bonaparte, joven militar que defiende el puerto de Tulón para los revolucionarios y que luego salva la ciudad de París de los contra revolucionarios. La revolución pretende instaurar una nueva era y terminar con la Era Cristiana. Triunfan las ideas anticlericales de Voltaire y para aplastar a “la infame” se establece como año 1, el año de la formación de la república, ya que los revolucionarios no quieren contar los años desde Cristo. Suprimen la semana, ya que esta se establece en las ideas de los días de la creación y la reemplazan por la década. Establecen todo en medidas científicas, crean la escala decimal de pesos y medidas. Cambian los nombres de los meses a nombres más científicos, thermidor (calor), Fructidor (mes de los frutos)…etc. Robespierre declara abolido el culto católico y establece el “culto a la diosa razón”, toda cordura está perdida. La idea era refundar. Los líderes de la revolución comienzan a matarse entre ellos. Dantón es condenado a muerte, lamentándose, “libertad, cuántos crímenes se cometen en tu nombre”. Marat, quien publicaba el periódico “L’Ami du Peuple” es asesinado por su amante, Charlotte Corday en la tina y Robespierre es tomado por asalto en un golpe de estado (la Revolución Thermidoriana) que no pretende terminar con la locura, sino simplemente salvar a Theresa de Cabarrus, Madame Tallien, amante de otro revolucionario, de la guillotina. La Revolución mata a miles y no son precisamente los nobles de pelucas blancas los que caen. La mayor parte de los muertos son miembros del clero, campesinos y artesanos, a los que se suele llamar “pueblo”. Pareciera ser que la razón deja de existir y el sentido común, que suele ser el menos común de los sentidos, casi desaparece.
Caricatura inglesa mostrando los excesos de la Revolución Francesa simbolizados por la Guillotina. Entre 18.000 y 40.000 personas fueron ejecutadas durante el gobierno del Terror. John Cruikshank
Pero este no es el fin de la Revolución ya que se establece un nuevo gobierno llamado “El Directorio” que no representa un corte ni el fin de los principios de Rousseau revolucionarios, sino que la continuidad. Napoleón es tomado prisionero por sus vínculos con Robespierre y con otros personajes afines, pero sale en libertad. Se hace amigo de uno de los directores, Barras. Conoce a la ex amante de Barras, una condesa viuda, Josephine Tascher de la Pagerie, condesa de Beauharnais con grandes vínculos en la sociedad parisina. La revolución no había creado la sociedad igualitaria que pregonaba, los contactos eran los que permitían ascender. Se casa con ella, no por amor. Se trata de una unión por conveniencia, para ambos lados. Es enviado a combatir contra los austriacos, quienes aún estaban contra Francia por la muerte de los Reyes y vuelve triunfante. Pide ser enviado a Egipto y a pesar de ser derrotado por la flota inglesa, comandada por el Almirante Nelson, en la batalla del Nilo, vuelve triunfante a Francia. Su figura comienza a ser querida y muy popular. Su hermano Lucien Bonaparte un abogado inteligente propone a un grupo que quiere hacer un golpe contra el Directorio, el nombre de Napoleón. Es convocado por Sieyes y Ducos para ayudar en el golpe de estado.
Se establece el gobierno del Consulado y rápidamente Napoleón se nombra Primer Cónsul y luego Cónsul Vitalicio ostentando todo el poder. Durante el consulado se ve que es un hijo de las ideas de la Revolución y que su intención es institucionalizarlas. La Revolución no pudo culminar su proceso legislativo por causa de las amenazas externas e internas y el estallido de la guerra civil, que el mismo Napoleón ayudará a aplacar. Durante el consulado Napoleón se preocupará de crear un cuerpo legal que acompañe a la constitución francesa y dé forma real a las ideas de Rousseau. Se crearán el Código Civil ( base del nuestro en Chile), el Código Penal, Código de procedimiento penal, entre otras, se codificarán las leyes en general. Tomará las reformas tributarias establecidas por los revolucionarios y creará un cuerpo burocrático, no muy eficiente, pero sí multi presente que ayudará a las labores del Estado de redistribución. Su visión Roussoniana pondrá a la igualdad como algo más importante que la libertad. El Estado debe proveer. El estado es omnipresente y gigantesco. Es el Estado garante, el Estado docente, el estado que vela por el mantenimiento de la igualdad. En 1804, enceguecido por su poder y tras sufrir un atentado en su contra, decide hacer un plebiscito para ser Emperador de Francia.
El pueblo, en su mayoría católico, lo quiere, ya que ha firmado un concordato con la Iglesia Católica. Tras ser apoyado en el plebiscito, no quiere ser menos que los emperadores medievales ungidos y pide al papa que lo corone. Una vez que se corona a sí mismo enfrenta la realidad de Europa. Los países de Europa odian las ideas de la Revolución y no aceptan a Napoleón, un hombre sin linaje y sin alcurnia. Comienzan las guerras napoleónicas que serán la tónica de todo su gobierno. Su estrategia rompe con la visión caballeresca establecida ya que es fruto de la nueva mirada racionalista que olvida el código de honor de “pelear de frente y dar la cara”. Es una nueva estrategia de engañar al enemigo y establecer trampas que permitan obtener ventajas y triunfos. Napoleón se hace dueño de Europa y en la medida que avanza y pone a toda su familia como cabezas de las casas reales de toda Europa, exporta las ideas revolucionarias.
Los ingleses ven a la Revolución Francesa como algo pasional e irracional. Por naturaleza los ingleses odian el desorden, pero además la Revolución representa lo opuesto a su visión de mundo. Los ingleses se basan en la libertad individual como fuerza creadora y creativa y creen, desde la visión lockiana, que el Estado debe ser lo más pequeño posible. Napoleón representaba una amenaza a esta visión. Cuando la Reina Victoria, varios años después de la muerte de Napoleón, le pregunta a su entonces Primer Ministro, Benjamin Disraeli, ¿qué es la burocracia? Este contesta en forma genial, ”algo muy francés”. Esta visión de mundo no murió con Napoleón en Santa Elena. Napoleón la exportó e instaló en toda Europa y la influencia francesa se encargó de que llegase y se instalase hasta en América.
Chile es un país muy francés que considera que la igualdad es más importante que la libertad. ¿Acaso no se escuchan las voces que la propiedad es el origen del mal y que el lucro es peor que un pecado capital? Napoleón como embajador de Rousseau, no fue derrotado en Waterloo. Triunfó y se lo ve vigente y con gran fuerza por todas partes. No olvidemos que esta agua alimentó a Marx y estableció las bases de todo socialismo. Su discurso sigue vivo en Chile y en muchas partes del mundo. ¿Derrotado? Pareciera que no.